miércoles, 10 de agosto de 2011

Ella

Me visita muy pocas veces. No es que le guarde rencor. A veces me preocupo por ella, pensando que quizá está demasiado estresada o que incluso me tiene miedo; en esas ocasiones aguardo pacientemente su llegada, dejando que se tome el tiempo que necesite, sin presiones ni reproches. Pero otras veces no tengo más remedio que enfadarme. Porque cuando más la necesito ella no está, y por más que la llamo y que invoco su presencia ella no se digna en aparecer. Pienso entonces que anda escondida tras la luna, altanera y soberbia, sonriendo con muecas de niño travieso desde el firmamento, y que observa con placer mi sufrimiento, mi eterna espera, mis fútiles intentos por hacer que vuelva a mi lado. Y sólo siento que disfruta con ello.

Es traviesa y adorable. Me ha otorgado enormes satisfacciones y desastrosas frustraciones a lo largo de los años. Sus frutos son ricos y jugosos, pero tan escasos que se convierten en un manjar casi prohibido, lujoso y caro. Es caprichosa, puesto que aparece en los momentos menos adecuados; justo antes de dormirme, o en mitad de una llamada telefónica, o cuando me estoy duchando y apenas me da tiempo a llegar al trabajo. Pocas veces puedo dejarlo todo a un lado para concentrarme en ella, y cuando al fin me encuentro disponible, ella ya se ha ido allá arriba, con la luna, y vuelve a reír. Quizá viva en una estrella más allá de la luna, como el Principito, y tenga que ir a regar su rosa cada día, y a comprobar que la oveja no ha salido de su caja. Apenas la conozco y sin embargo siento su ausencia como una herida profunda en el corazón.

"Vuelve", grito al vacío, "te necesito". Hace tiempo que no la veo. Antes solía disfrazarse de Morfeo y cada noche tiraba un poquito de arena sobre mis ojos para que visitara otros mundos. Eso acabó, y entonces se convirtió en incontables noches de borrachera y desdicha, y por ello vi mi propio mundo desde otra perspectiva, oscura y difusa como un cristal viejo y mal pulido. Ahora no sé qué extraña forma habrá decidido utilizar para su próxima visita, pero algo me dice que esta vez tendrá rostro humano, y la oscuridad de las calles de invierno dará paso a la luz cegadora del sol de agosto. Quizá me equivoco, sólo ella lo sabe. Pero hasta que eso suceda sigo esperando, paciente y enfadada, su regreso sutil y atronador, como una lejana tormenta de verano que predice el fin del mundo.

2 comentarios:

  1. Entrada enigmatica!! ^^ Alguien que es vecina del Principito, que se presenta en los momentos más inoportunos, que se ríe cuando la echan en falta...me da que yo también la conozco.....¿se llama Inspiración?
    Si es Ella, te ha hecho una buena visita en esta entrada!! :)

    Un besazo y duuulces sueños!!

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  2. Gybby, acertaste! ;)
    Gracias! A ver si se queda el tiempo suficiente como para tener material para los blogs >.<
    Un besazo!! Dulces sueños :)

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