Le están robando el tiempo.
Información que cae torrencialmente en y desde multitud de lugares. Miles de ojos que observan y luego explican; la objetividad a veces se olvida, la frivolidad impera, ya nadie sabe qué creer. Una inmensa torre de Babel que obliga a rebuscar entre millones de ceros y unos hasta encontrar una fuente fiable.
Un caos de arañazos negros y grises con pinceladas blancas sobrevolando su cabeza. Un link que lleva a tres más, cada uno de los cuales lleva a otros tantos, cual virus. Los links son virus. Cada vez hay más y más. Hasta que al fin se llegue al punto de partida; cuando todos los links apunten a otros links que apunten a esos links primigenios. ¿Es eso posible? Demasiada información que absorber, mientras el planeta entero juega a un trepidante juego del teléfono, ese al que juegan los niños para ver cómo se tergiversa un mensaje al pasar por veinte personas distintas. La calidad importa pero la cantidad impera.
Hasta que al fin todo se detiene y uno elige dónde y con qué quedarse. Y todo se calma, y entonces es hora de leer, y mirar, y ver y oír sin mayor complicación; el trabajo sucio ya está hecho. Ya no hay que buscar porque ya se ha encontrado. Y entonces surge esa extraña adicción a estar constantemente conectado, y el posterior miedo a perder hasta el segundo de silencio más inútil.
En definitiva, le están robando el tiempo. Pero es el precio a pagar a cambio de poder dibujar su propia verdad, su único punto de vista, su particular visión del mundo...
Pisadas que el tiempo y la lluvia barrerán
y pisotones que quedarán marcados con fuego para que jamás olvidemos.
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Comparto en FB. :p
ResponderEliminarme ha encantado esta entrada, es poeticamente sublime.
un besazou!
Gracias! n__n Besos!
ResponderEliminar(Es sólo una mirada más de tantas ante el desastre de Japón...)