lunes, 7 de febrero de 2011

Risa

Claudia se ríe.

En realidad quiere cortar cabezas.

Pero se ríe. Se ríe de todo y de todos. A carcajada limpia, sin miramientos, señalando con el dedo. Sin esconderse, dejando bien claro cuál es el motivo de su burla. Se ríe escandalosamente, para que todo el mundo se entere. Se ríe cínica y miserablemente, sin importarle las consecuencias. Se ríe hasta que se queda sin aire, hasta que algo en su interior se rompe y se pone a llorar. Se ríe de todo y de todos.

De los amores perdidos y los deseos frustrados, de los planes de futuro y del miedo a abrir los ojos, del dolor autoinflingido y de la esperanza aún no perdida, de aquellos a quienes todavía recuerda y que ni siquiera piensan en ella. De la mejilla que tantos golpes recibió y de todas las manos que puso en el fuego y que luego ardieron miserablemente; de las sonrisas bonitas y amables que no sirvieron para nada y de las lágrimas que alejaron a todo el mundo de su lado. De la cobardía de los que creen tener la razón, y de la infantil inseguridad de quienes temen constantemente no tenerla. De la impaciencia y las prisas y las manecillas del reloj; de los pisotones y los empujones, de las miradas asesinas y los ceños fruncidos, de las exigencias y las malditas expectativas. De la perfección a la que es imposible llegar, de la extrema complejidad de las cosas sencillas, del nerviosismo y el histerismo y todas esas señales inequívocas de que hay un enorme vacío en el alma.

En todas las almas.

Y Claudia se ríe de todas ellas para evitar reírse de la suya, y entonces se mira en el espejo y ve una horrible mueca donde debió estar su rostro y se da cuenta que de todas las almas, la suya es la más vacía.

Pero ella no puede dejar de reír...

2 comentarios:

  1. que profundo! woow. me han gustado estas palabras, en las que en buen modo me he sentido plenamente identificado.

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  2. Hay que coger los momentos de ofuscación y convertirlos en algo creativo :):)

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